DOLOR, GOLPES E INSULTOS
Los golpes e insultos también eran una de las cosas que mas dolor producían a los presos. Poniendo uno de los ejemplos narrados por Frankl que dice así: “Una vez estaba de pie junto a la vía del ferrocarril bajo una
tormenta de nieve. A pesar del temporal nuestra cuadrilla tenía que seguir trabajando. Trabajé con bastante ahínco, repasando la vía con grava, ya que era la única forma de entrar en calor. Durante unos breves instantes hice una pausa para tomar aliento y apoyarme sobre la pala. Por desgracia, el guardia se dio media vuelta y pensó que yo estaba holgazaneando. El dolor que me causó no fue por sus insultos o sus golpes.
El guardia decidió que no valía la pena gastar su tiempo en decir ni una palabra, ni lanzar un juramento contra aquel cuerpo andrajoso y demacrado que tenía delante de él y que, probablemente, apenas le
recordaba al de una figura humana. En vez de ello, cogió una piedra alegremente y la lanzó contra mí.”.
Pero, añadiendo el insulto a los golpes recibidos era mucho peor. Viktor lo narraba así: “Otro día estábamos cavando una zanja para tender unas cañerías de suministro de agua. Me encontraba bastante débil. Se
acercó un capataz. Me miró en silencio un instante. Presentí que iba a haber problemas, pues delante de mi se veía un escuálido montón de arena que mostraba lo poco que había cavado. Entonces me gritó furioso: -¡Hijo de perra! Yo te enseñaré a cavar. Verás lo que es cavar la tierra con los dientes y morir como un animal. ¡En dos días acabo contigo!”. Viktor narraba que lo único que podían hacer es mirar a otro lado y olvidarse de los insultos, ya que no podían enfrentarse a los nazis.
tormenta de nieve. A pesar del temporal nuestra cuadrilla tenía que seguir trabajando. Trabajé con bastante ahínco, repasando la vía con grava, ya que era la única forma de entrar en calor. Durante unos breves instantes hice una pausa para tomar aliento y apoyarme sobre la pala. Por desgracia, el guardia se dio media vuelta y pensó que yo estaba holgazaneando. El dolor que me causó no fue por sus insultos o sus golpes.
El guardia decidió que no valía la pena gastar su tiempo en decir ni una palabra, ni lanzar un juramento contra aquel cuerpo andrajoso y demacrado que tenía delante de él y que, probablemente, apenas le
recordaba al de una figura humana. En vez de ello, cogió una piedra alegremente y la lanzó contra mí.”.
Pero, añadiendo el insulto a los golpes recibidos era mucho peor. Viktor lo narraba así: “Otro día estábamos cavando una zanja para tender unas cañerías de suministro de agua. Me encontraba bastante débil. Se
acercó un capataz. Me miró en silencio un instante. Presentí que iba a haber problemas, pues delante de mi se veía un escuálido montón de arena que mostraba lo poco que había cavado. Entonces me gritó furioso: -¡Hijo de perra! Yo te enseñaré a cavar. Verás lo que es cavar la tierra con los dientes y morir como un animal. ¡En dos días acabo contigo!”. Viktor narraba que lo único que podían hacer es mirar a otro lado y olvidarse de los insultos, ya que no podían enfrentarse a los nazis.
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