LA MUERTE

Como ya hemos dicho, Viktor vivía continuamente rodeado de muerte, de situaciones donde veía todos los días morir a uno de sus compañeros en el campo y, épocas de epidemias que contagió a muchos de
ellos llevándoles a su muerte. Para él todo eso era duro de ver, pero nunca intentó desviar el pensamiento de la muerte, ni por supuesto olvidarse de ella, ya que Frankl consideraba que si se olvida de la muerte ya no tenía un sentido por el que vivir, es decir, consideraba que es importante tener conciencia de la muerte para así aprovechar mucho más la vida. Como bien dice él mismo “Nos desactivaría. Nos haría inútiles. Nos paralizaría, no tendríamos ningún estímulo para actuar. Perderíamos la capacidad de ser responsables, la conciencia de responsabilidad para aprovechar cada día y cada hora, es decir, para realizar un sentido cuando se nos presenta, cuando se nos ofrece momentáneamente” (p. 78).
Por ello considera la muerte como un viaje al más allá, la considera como un pase a la eternidad, un tiempo que se prolonga hacia el infinito, por encima de espacio y del tiempo. Como bien él mismo dice “Por eso, para mí se eliminan también cuestiones como la reencarnación y, sobre todo, la vida después de la muerte. El concepto de tiempo muere con nosotros, nos lo llevamos a la tumba junto con el concepto de espacio. En nuestro ataúdes no hay lugar para el espacio y el tiempo.” (p. 79)





                                                             Zyklon B, gas que utilizaban
                                                             para matar a los judíos en las
                                                             cámaras de gas.

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