RELIGIÓN

También cabe destacar la religión como tema que Viktor observó dentro del campo. Relató que muchos de los presos llegaban un punto donde perdían todas sus esperanzas, pero había otros muchos que se
aferraban siempre a ella y siempre sacaban un momento para orar y hacer ritos improvisados. La religión para Viktor era esencial porque consideraba que era el camino para la búsqueda del sentido y el centro principal de todo ser humano, ya que cuando el ser humano se dispone a buscar el sentido de su vida, la religión le podría facilitar esa búsqueda, aumentando así la fe en lo divino y la esperanza necesaria dentro de esos campos de concentración.


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RESUMEN DEL LIBRO

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Fue esa persona la cual tuvo la capacidad de analizar toda la realidad que estaba viviendo él y todos los prisioneros. Por ello, en El hombre en busca de sentido, libro que él mismo narra, es capaz de hablar de cómo se veía, como veía a los demás y cómo veían la realidad. Por ello desarrolla la capacidad de ver la vida con ganas de vivirla a pesar de aquello, donde él mismo consigue describir todas situaciones que ha vivido de manera realista, al pie de la letra de lo vivido, sin posicionarse en un deseo de venganza hacia los nazis, simplemente relata su propia experiencia. Escribió su experiencia para describir la situación de un prisionero en un campo de concentración con el objetivo de intentar analizar el conocimiento del hombre, sus pensamientos o comportamientos A lo largo de la estancia de Viktor en los campos de concentración, tuvo una inmensidad de sentimientos según las situaciones que sufría en cada momento. Según lo narra, vio morir a muchos reclusos, o el sufrimiento de
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DOLOR, GOLPES E INSULTOS

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Los golpes e insultos también eran una de las cosas que mas dolor producían a los presos. Poniendo uno de los ejemplos narrados por Frankl que dice así: “Una vez estaba de pie junto a la vía del ferrocarril bajo una tormenta de nieve. A pesar del temporal nuestra cuadrilla tenía que seguir trabajando. Trabajé con bastante ahínco, repasando la vía con grava, ya que era la única forma de entrar en calor. Durante unos breves instantes hice una pausa para tomar aliento y apoyarme sobre la pala. Por desgracia, el guardia se dio media vuelta y pensó que yo estaba holgazaneando. El dolor que me causó no fue por sus insultos o sus golpes. El guardia decidió que no valía la pena gastar su tiempo en decir ni una palabra, ni lanzar un juramento contra aquel cuerpo andrajoso y demacrado que tenía delante de él y que, probablemente, apenas le recordaba al de una figura humana. En vez de ello, cogió una piedra alegremente y la lanzó contra mí.”. Pero, añadiendo el insulto a los golpes recibidos
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